Ha llegado la última semana, el momento de decir adiós.
El martes va a ser mi último día en el IES Torrellano y nada
más comenzar el día ya tengo ganas de llorar. Han sido tantas las cosas vividas en estos pocos meses y tan poco el
tiempo para disfrutarlas que ver el final me apena. Pero supongo que esto
significa que realmente me gusta la enseñanza y que, si el día de mañana puedo
formar parte de este gran mundo de la docencia, seré muy feliz con mi trabajo.
Una vez en el instituto, ultimo todos los documentos que
debemos entregarle al coordinador y me dirijo a la reunión que tendré con él
junto a mis compañeros del Practicum. Aunque estamos estresados por la entrega
de los informes del Practicum a todos se nos ve visiblemente emocionados porque
es el último día vamos a estar en el instituto. Tras las reuniones de las dos
semanas pasadas no queda mucho que decir sobre nuestra experiencia, así es que
contamos algunas anécdotas de nuestras clases y la conversación va surgiendo
sobre la marcha.
Tras esas horas entre compañeros toca el momento de
despedirme de aquellos con los que he vivido mí día a día: mis alumnos y mi
tutora. Los estudiantes están disfrutando de unas jornadas de Olimpiadas antes de
las tan esperadas vacaciones de Semana Santa. Para algunos las festividades ya
han empezado pero otros tantos están aquí, en el centro, participando en las
actividades que se han organizado. Se han formado equipos y compiten en
diferentes modalidades: futbol, voleibol, balonmano, etc. Yo, por supuesto,
animo al equipo donde están mis alumnos y parezco una madre orgullosa de todos
sus hijos.
Para el final he dejado la despedida de mi tutora. Para mí
lo ha sido todo en estos meses que ha durado mi estancia en el instituto, ha
sido mi tutora, mi guía y mi amiga. Ha sido un ejemplo inigualable del
profesional dedicado y capaz que un día me gustaría ser. Se me hace dificilísimo
decirle adiós, aunque más bien será un hasta luego, porque si no pasa nada nos
mantendremos en contacto. Nos abrazamos y nos despedimos, pero consigo contener
las lágrimas que al final salen cuando voy camino del coche y me alejo del
instituto que para mí ha sido como un hogar durante estas semanas.
Estoy convencida de que volveré a visitarlos porque ya los
considero parte de mi vida.
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