martes, 31 de marzo de 2015

Decima semana (30/03/2015-01/04/2015)

Ha llegado la última semana, el momento de decir adiós.

El martes va a ser mi último día en el IES Torrellano y nada más comenzar el día ya tengo ganas de llorar. Han sido tantas las cosas  vividas en estos pocos meses y tan poco el tiempo para disfrutarlas que ver el final me apena. Pero supongo que esto significa que realmente me gusta la enseñanza y que, si el día de mañana puedo formar parte de este gran mundo de la docencia, seré muy feliz con mi trabajo.

Una vez en el instituto, ultimo todos los documentos que debemos entregarle al coordinador y me dirijo a la reunión que tendré con él junto a mis compañeros del Practicum. Aunque estamos estresados por la entrega de los informes del Practicum a todos se nos ve visiblemente emocionados porque es el último día vamos a estar en el instituto. Tras las reuniones de las dos semanas pasadas no queda mucho que decir sobre nuestra experiencia, así es que contamos algunas anécdotas de nuestras clases y la conversación va surgiendo sobre la marcha.

Tras esas horas entre compañeros toca el momento de despedirme de aquellos con los que he vivido mí día a día: mis alumnos y mi tutora. Los estudiantes están disfrutando de unas jornadas de Olimpiadas antes de las tan esperadas vacaciones de Semana Santa. Para algunos las festividades ya han empezado pero otros tantos están aquí, en el centro, participando en las actividades que se han organizado. Se han formado equipos y compiten en diferentes modalidades: futbol, voleibol, balonmano, etc. Yo, por supuesto, animo al equipo donde están mis alumnos y parezco una madre orgullosa de todos sus hijos.

Para el final he dejado la despedida de mi tutora. Para mí lo ha sido todo en estos meses que ha durado mi estancia en el instituto, ha sido mi tutora, mi guía y mi amiga. Ha sido un ejemplo inigualable del profesional dedicado y capaz que un día me gustaría ser. Se me hace dificilísimo decirle adiós, aunque más bien será un hasta luego, porque si no pasa nada nos mantendremos en contacto. Nos abrazamos y nos despedimos, pero consigo contener las lágrimas que al final salen cuando voy camino del coche y me alejo del instituto que para mí ha sido como un hogar durante estas semanas.


Estoy convencida de que volveré a visitarlos porque ya los considero parte de mi vida.

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