Esta semana he continuado con mis clases sobre sistemas de
ecuaciones y entre los alumnos ya ha surgido la pregunta de “¿esto para que me
sirve a mí?”. Hacerles ver que, además de la utilización propiamente dicha de
los sistemas para resolver diversos problemas, este tema favorece su
pensamiento abstracto es complicado.
Por un lado están los estudiantes que tienen claro que van a
continuar estudiando y aceptan que esta herramienta les va a servir en el
futuro, que las matemáticas les van a ser útiles, pero para aquellos que aún no
se han planteado qué camino seguir puede ser más complicado el hacer que
muestren interés por el tema. Pero aun así, poco a poco he conseguido que
entiendan todos los métodos.
Al finalizar la semana hemos llegado a la parte de problemas
que, aunque sea la parte complicada del tema, también es algo que les motiva a
seguir adelante porque ven la aplicación de las herramientas que les he
enseñado. Se ven a sí mismos leyendo, planteando y resolviendo ejercicios que
hace pocos días se veían incapaces de abordar.
Esto no es sólo una alegría para ellos, porque yo también
descubro que termino la clase con una sonrisa en la cara al ver que ellos salen
del aula contentos. Sentir que el trabajo preparando la lección ha servido para
que mis estudiantes, al final del día, se sientan orgullosos de sí mismos
porque han conseguido entender y poner en práctica algo de lo que no se sentían
seguros poco tiempo antes, ha valido la pena.
Además de preparar la lección y asistir a clases también he
tenido el placer de poder ir a un claustro de profesores. Éste además ha sido
muy enriquecedor para todos los estudiantes de prácticas que estábamos en él
porque trataba de aportar ideas para mejorar el rendimiento académico, la
disciplina y la asistencia de los estudiantes de 1º y 2º de ESO. En especial
han hablado de estos cursos ya que el cambio del colegio al instituto no es una
tarea sencilla.
Dado el recorte de personal de los últimos años muchas de
estas propuestas pasan por demandar más horas de su tiempo al profesor, ya que
si los estudiantes no ponen de su parte deberá ser el maestro quien lo haga. Pero
¿es esta la solución? ¿no debería involucrarse también la administración? Para
estas preguntas cada educador tenía su propia opinión, pero, al final, se vio
como el interés por los profesores por ayudar a los alumnos podía con cualquier
barrera y las propuestas tiraron para delante.
Algunas de ellas eran:
- Entregar las notas en mano a los padres.
- Crear una agenda que usen para transmitirles a los padres información cada 15 días sobre aspectos diversos de la actividad escolar, como comportamiento, trabajo, notas, fechas de exámenes, etc.
- Que los tutores de 1º de ESO sean de la plantilla para que así puedan continuar en 2º.
- Desdoblamientos como medida para una mejor atención al alumnado.
Como conclusión puedo decir que estoy muy contenga de mi
semana. He extraído buenas ideas del claustro y he comenzado a vivir la
experiencia de ser profesora que, tal y como pensaba, no me ha decepcionado.
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